Nuestra entrenadora Azu Muguruza recibió ayer el premio Carmen Adarraga por convertirse en referente del baloncesto vasco y estatal tras su trayectoria de más de 25 años en el banquillo
Cuando se trabaja sin descanso, con entrega y humildad, los resultados positivos llegan. No importa si pierdes o ganas, si recibes ayudas o silencios, te quedas con la tranquilidad de hacer lo que te gusta, lo que piensas y lo que quieres. Y eso es muy satisfactorio.
La vida deportiva de Azu Muguruza es amplia y longeva (y lo que le queda) empezando desde abajo, subiendo primero y luego escalando hasta alcanzar la cima. Pero lo que más destaca de Azu es su humanidad. Siempre dispuesta a ayudar a colaborar a hacer más fácil la vida a los demás. Siempre de frente, honestamente ha marcado la impronta en su trabajo, como una marca personal. Y como dijo en su brillante intervención al recoger el premio, existen muchos peros todavía. Las reivindicaciones deben ser diarias, recurrentes, constantes. No hay que acordarse fugazmente de las cosas.
Hay mucho trabajo por delante, muchas personas, empresas, organismos que deben implicarse más frecuentemente con proyectos como el de Azu y todo su equipo (jugadoras, técnicos, familia, amigos) porque no solo es una propuesta deportiva, es una intención de vida.
